Los consumidores impulsan las nuevas certificaciones en la cosmética natural
Los consumidores se han convertido en prescriptores para las marcas en todos los sentidos. También en la exigencia. En el reclamo de garantías, si hablamos del sector de la cosmética natural y ecológica. Los consumidores quieren tener la completa seguridad de que los productos que compran se ajustan a los parámetros de este ámbito: libres de sustancias químicas, sin conservantes artificiales ni nada que pueda resultar agresivo para la salud humana y el medio ambiente.
La diversidad de productos catalogados como naturales, ecológicos, orgánicos, bio… fue regulada gracias a la aparición de la norma ISO 161128. En esta se definen los ingredientes que se pueden incluir en los cosméticos de este tipo y la forma de calcular que realmente lo son.
Esta norma certificadora empieza a tener una cierta antigüedad y ahora nos encontramos a la expectativa de posibles cambios. Porque desde 2009 el sector de la cosmética natural y ecológica ha evolucionado mucho. Y lo más importante: los consumidores están cada vez más informados y exigen más garantías. Un ejemplo de que algo que ha sucedido después de 2009 es el conocimiento del impacto sobre el medio ambiente y la salud humana del aceite de palma.
La evolución del mercado de la cosmética natural y ecológica camina hacia la personalización. Porque los consumidores ya no son un todo; son pequeños grupos, muy informados, totalmente concienciados, exigentes. Y lo mejor, en nuestra opinión, es que este nuevo consumidor hace mejores a las empresas.
¿Los cosméticos naturales son menos seguros que los convencionales?
La reglamentación europea prácticamente en cualquier materia es la más restrictiva del mundo. Y nos encontramos con la paradoja de que el cumplimiento de la legalidad cosmética es más exigente que la legislación alimentaria. Lógicamente todos pensamos que debería ser al contrario; es más importante lo que comemos que lo que nos ponemos en la piel.
Pero lo que sucede es que, a nivel de requisitos legales, la legalidad es la misma para los cosméticos convencionales que los cosméticos naturales. Eso significa que el nivel de exigencia legal es exactamente el mismo para los dos tipos de productos.
Existe una base de datos europea a la que acudimos los fabricantes de cosméticos. En ella se nos específica a los laboratorios que fabricamos cosméticos cuáles son los productos que podemos usar y en qué dosis. Y esa base de datos es la misma para los fabricantes de cosmética natural, ecológica u orgánica que de cosmética convencional. Por tanto, podemos asegurar que todos los cosméticos fabricados de forma legal en Europa son seguros, incluidos los parabenos autorizados, si bien el empleo de estos últimos ya depende de cada laboratorio.
Toxicidad e inocuidad
La única forma de establecer de forma inequívoca el nivel de toxicidad o inocuidad de un cosmético es a través de un estudio de cada uno de sus ingredientes, al margen de su origen –natural o no- o el número de ingredientes que lo componen.
Con este objetivo, los fabricantes de cosméticos sometemos el cosmético a una evaluación exhaustiva, analizamos cada componente del cosmético, observamos la compatibilidad del producto con el envase, la estabilidad de la fórmula, realizamos un test para conocer la eficacia del conservante y realizamos test dermatológicos para evaluar la ausencia de reacciones en piel del cosmético.
En resumen, los cosméticos naturales y ecológicos son igual de seguros que los convencionales. Y viceversa.